"Educar para la verdad, el progreso y la Esperanza"

- El inicio del siglo XX se vio coronado con el nacimiento de un gran hombre: José Abraham Martínez Betancourt, que nació el l6 de marzo de 1903, en el pueblo de Peribán Mich.

- Sus padres fueron: don José Trinidad Martínez y Ma. de Jesús Betancourt, matrimonio de condición humilde pero de fe profunda.

- Fue bautizado el 19 de marzo del mismo año.

- A los seis años de edad y en una noche en que peligraba su vida recibió a Jesús Eucaristía.

- En 1922 fue enviado a la ciudad de Roma donde cursó sus estudios de Filosofía y Teología.

- Recibió el sacramento del Orden sacerdotal el 28 de octubre de 1928 y regresó a ejercer su ministerio sacerdotal a la Diócesis de Tacámbaro en 1929.

- Desde sus primeros años de sacerdote se distinguió como un sacerdote entregado al servicio de sus hermanos y como un gran catequista.

- El 20 de octubre de 1940 fue consagrado obispo de la Diócesis de Tacámbaro.

- Del primer Sínodo diocesano realizado en 1943 y ayudado por sus hermanos sacerdotes, nació la inspiración de fundar la congregación religiosa de las “Siervas de la Inmaculada Concepción”, que se hizo realidad en el año de 1945 con la misión de consagrar su vida a la evangelización a través de la Pastoral educativa y parroquial.

- El obispo José Abraham sirvió con verdadero amor evangélico a su querida Diócesis durante casi 40 años. El obispo pobre, humilde, sencillo y alegre, murió el 8 de abril de 1982.

- Su vida en general, fue un testimonio de verdadero espíritu sacerdotal, una lección viviente de unidad, de armonía y de paz. Se entregó totalmente a su misión divina por medio de la caridad, la humildad y la bondad, virtudes esenciales del obispo José Abraham.

- Amaba a las personas con el gran amor con que se sentía amado por Dios a quien había consagrado toda su vida.

“Somos hijos de Dios y miembros del Cuerpo Místico de Cristo. Si vivimos estas dos verdades de fe, tendremos encendido un potente motor que nos ayudará a salir adelante en todos nuestros apuros”.

“Ustedes como hijos de Dios y miembros del Cuerpo Místico de Cristo, no solo tienen que identificarse con Cristo y con nuestra Madre del cielo, sino también interesarse por el bien de nuestros hermanos”.

“Ser pobre de espíritu es entre otras cosas, saberse desprender de las propias ideas para buscar la verdad y el bien donde verdaderamente se encuentra."

“Bendito Dios que siempre sentimos que nuestro refugio está en él y en la Santísima Virgen María. Bajo la protección de ellos, ya pueden pasar todas las tempestades que quieran, que al fin, nos sentimos seguros”.

“No olvidemos que el Espíritu Santo está siempre con nosotros para ayudarnos; aprovechemos su presencia y seamos dóciles a sus inspiraciones”.

"La verdadera oración no es fruto de los sentidos, sino de la voluntad de conversar con Dios para alabarlo, contarle nuestras alegrías, nuestras penas y necesidades, conseguir su auxilio y darle gracias por el amor que nos tiene”.

“La unión íntima con Dios produce amor”

“El Hijo de Dios vino a unirnos en un solo Cuerpo Místico del cual él es la Cabeza; vino a recordarnos que Dios es nuestro Padre para que todos nos sintamos hermanos”.

José Abraham, es “profeta de la bondad” porque hizo de la bondad la compañera de su vida, y porque con su vida sencilla, humilde, pobre y alegre, anunció el amor de Dios y la búsqueda del bien en todo cuanto hagamos, como el modo de corresponder a la bondad y al amor de Dios que ha sido derramado en nuestro corazón."

“Todo lo sabe hacer el generoso amor a Dios; cuando existe este gran amor, todo se facilita y se obran maravillas” (JAMB)

¡SALVE! “SEMBRADOR DE AMOR” Y “PROFETA DE LA BONDAD”